El día que comí mi primer seco de chabelo.
Alegría Picantería: un pedacito de Piura en Lima.
Después de casi nueve meses de cielos color panza de burro, por fin podemos disfrutar de los rayos del sol. Aprovechando la alegría que esto significa, Francesco De Sanctis trajo un poquito de su natal Piura a la capital.
Debo confesar que las tres veces que estuve en Piura, bajé del avión y fui directo a Máncora con la única intención de tirarme bajo el sol incandescente, pasar horas bañándome en el mar, caminar por sus playas hermosas y alimentarme de pescado fresco y cervecitas.
En mi ignorancia, desconocía que Piura es una ciudad con una cultura gastronómica muy rica y que, al igual que varias provincias del Perú, mantiene una tradición picantera que ha logrado conservar a lo largo del tiempo platos deliciosos de los que no tenía la menor idea.
Francesco de Sanctis, chef piurano, viene soñando con la idea de traer el calor del norte a la capital desde 2019. Para suerte de muchos, como yo, que no hemos tenido la oportunidad de probar la comida tradicional piurana, ese sueño es hoy finalmente una realidad.
Caminaba por la concurrida Calle Alcanfores y, entre negocios de todo tipo, me encontré con una esquina de plantas y mucho color. Supe que había llegado a Alegría.
Pedí que me recomendaran alguna opción sin alcohol y me sugirieron el clarito, un derivado de la famosa chicha de jora. El clarito se obtiene al sacar el líquido de la parte superior de la chicha asentada, para luego dejarla fermentar por más tiempo. Un trago muy refrescante para darle la bienvenida al verano limeño, ligero y con un toque dulce sutil.


Aunque dudé en elegir algo tan clásico, no quise dejar de pedir el sebiche de charela al estilo piurano, servido con zarandaja, yuca sancochada y chifles. Con la gran oferta de ceviches que tenemos hoy en día, de vez en cuando es necesario volver a lo sencillo: pescado, limón, ají, cebolla y sal.


También probé los tamalitos verdes de choclo, culantro y ají, servidos con jugo de seco, tropezones de carne deshilachada y zarza criolla.
Hay pocas cosas tan placenteras en la vida como poder remojar el arroz, unas papas o, en este caso, un tamalito en el jugo de un guiso bien sabroso. Y, si a eso le sumas el toque ácido de la zarza, estás ante un bocado simplemente perfecto.
Mientras esperaba los platos de fondo, me detuve a ver la infraestructura del lugar, pensada para homenajear a las picanterías piuranas: paredes de adobe y ladrillos, mantelitos de flores muy coloridos, techos de paja y hasta una cocina a leña.
Llegó la hora de la verdad: el seco de chabelo, plato insignia de la cocina piurana. Hecho con plátano verde majado, aderezado con un sofrito criollo, chicha de jora, culantro y carne de res aliñada. No te dejes engañar por su nombre: el seco de chabelo no es un plato reseco. Lo volvería a pedir de todas maneras.
Pero la estrella del almuerzo fue el atamalado: una mezcla jugosa de frejoles con arroz, zanahoria y arvejas, y un aderezo que me dejó raspando el plato. Me hizo bailar en el sitio desde la primera cucharada. La mejor parte es que lo sirven como en una picantería tradicional, acompañado de un sudado de pescado.
El sudado es un gran ejemplo de que, muchas veces, las cosas más sencillas son las más ricas: pescado, en este caso cachema, y verduras cocidas al vapor. El resultado es un caldo ligero y muy sabroso, servido con la cabeza del pescado entera. Una probada de esta maravilla podría cambiarle el ánimo a cualquiera en segundos.


Al igual que el atamalado, algunos otros platos se sirven en piezas de alfarería traídas desde Chulucanas, distrito de la región de Morropón. Alegría no solo quiere rendirle homenaje a Piura a través de su gastronomía, sino también en cada detalle del restaurante.
Para terminar un gran almuerzo, elegí el tridente heladero: tres bolitas de helado artesanales de algarrobina, coco y mango criollo. El postre perfecto para una tarde calurosa, luego de una comida tan contundente. Como hechos en casa, muy ligeros y de pura fruta natural.
“Aquí la comida canta, y el alma se hace festín, un plato con alegría y una chicha hasta el fin”, se lee en una de las paredes. El nombre de este restaurante no es en vano, salí muy contenta del lugar, aunque algo decepcionada por no haber probado todas estas delicias antes. Me quedo con ganas de seguir conociendo más de la gastronomía piurana.
Para tener en cuenta
Dirección: Calle Alcanfores 715, Miraflores.
Horario: Lunes a domingo de 12 m a 5 p.m